Matinada...

Mis ojos como vampiros se resisten a la luz, ruegan en mantenerse cerrados, no quieren abrirse por ahora, no todavía. Corro la frazada, aún es temprano y puedo seguir retozando. El reflejo insistente, impertinente se vuelve a aparecer. Se sienta a mi lado, me mira, me toca, me asusta, me hace recordar...
Me inhunda con su aliento, y ríe sarcásticamente... Sabe lo que pienso, en un adivino burlón que día a día se cuela en mi almohada y sin permiso se queda a dormir. Ya no quiero que vuelva, cada noche lo intento despedir. Trato retenerlo y preguntarle ¿qué haces aquí? pero relajado se levanta y sin decir nada simplemente se va.
Las mañanas amanecen siempre como tienen que amanecer, mientras pasan sin cambios, amanecen porque sí.
Earween*
0 comentarios